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14 octubre 2015

¿CÓMO SONABA EL AUTÉNTICO PANOCHO?


Ya sea con fines jocosos o con sentida nostalgia y cariño, damos por sentado que, llegado el momento, todos los huertanicos de Murcia somos capaces de leer -manta espinardera al hombro- el bando panocho de las Fiestas de Primavera, las soflamas carnavalescas o cuanto romance se nos ponga por delante. A fin de cuentas es una verdad de perogrullo que, como murcianos, estamos capacitados para imprimir al texto en cuestión la peculiar entonación que requiere. Es algo que llevamos en la sangre. ¿Acaso no hablan los ingleses inglés, los gallegos galego o los andaluces andaluz sin aprenderlo? ¿No habríamos entonces  nosotros ser capaces de hablar panocho? En definitiva sólo se trata de acentuar los rasgos fonéticos que el resto del año, un tanto avergonzados, tratamos de ocultar en el habla culta.  Y aclararé desde ya que me refiero al panocho como el subdialecto del murciano hablado en la Vega Media y Baja del Segura,  no al murciano como habla regional.


Bueno, pues permítanme que les diga, que ciertamente no, que la nuestra es tan sólo una pronunciación muy residual de algo que fue mucho más rico y complejo. Es más, es que ni tan siquiera estamos seguros de cómo habría de sonar. Y esto tiene su importancia pues la pronunciación, el acento, el “deje” (murcianismo aceptado por la DRAE), es la mitad de los rasgos distintivos de un habla. Recuerden por ejemplo lo innecesarios y casi ridículos que nos resultan los subtítulos en la televisión cuando el interlocutor es un catalano-parlante de academia y lo mucho que los echamos en falta cuando el que habla tiene el catalán por lengua madre de toda la vida. En el primer caso, simplemente parece un castellano mal hablado y en el segundo, es netamente diferente. Y eso pasa con todos los idiomas, el portugués hablado por un español es más un “portuñol”, como ellos dicen, que un portugués genuino. Así pues en el panocho no habría de ser de menos. Como decía Frutos Baeza:

 “El quid del habla murciana, está en la pronunciación, y para hablarla es preciso, aprender de viva voz...” (Cajines y Albares, 1927).  

Sé que alguno me citará de abuelos y tatarabuelos que aún lo hablan, o me referenciará de alguna escuela que aún lo enseñe (algo ciertamente muy loable), a troveros que lo glosan y asociaciones que lo practican, pero no me convencerán y no será por obstinación mía, tengo algún que otro argumento.

Verán, es cierto que en el proceso de normalización lingüística son los caracteres fonéticos los que más perduran. Pero esto no significa que se mantengan eternamente, tarde o temprano desaparecen. Por lo general esta pérdida está fuertemente vinculada al cese del aislamiento social o geográfico, al proceso de alfabetización de la población, y desde el siglo pasado, a la aparición de la radio y un poco más tarde de la televisión, cuando el habla estándar del castellano del norte entró en todos los hogares y “educó” a las nuevas generaciones. Es probable que antes de la radio, y dado el aislamiento de la huerta, refugio secular de moriscos, el habla panocha pudiera haberse mantenido bastante intacta pero, tras las campañas de alfabetización de la segunda república, y, sobre todo, con la llegada de la radio a todos los hogares, este aislamiento acabó. En realidad si hacemos caso nuestros antiguos autores, y creo que debíamos hacérselo, desde la segunda mitad del XVIII todos hablan del panocho como de algo ya muy residual, como del habla de sus abuelos (y esta gente ya eran nuestros tatarabuielos). En 1923 Vicente Medina declaraba para el Archivo de la Palabra:
“En mi tierra se cultivaba un lenguaje llamado panocho, lenguaje de soflamas carnavalescas, que imitando el habla regional, la ridiculizaba”. 
Sin ánimo de entrar en las connotaciones carnavalescas simplemente destacaré aquí que se refiere a ese habla como cosa del pasado. Así pues es posible que incluso para entonces el panocho ya estuviera bastante “normalizado” y que el legado que nos transmitieron los escritos costumbristas del XIX y comienzos del XX  no fueran ya sino los restos.

En realidad, el proceso de estandarización de la variedad norteña del castellano en detrimento de los rasgos locales, continua hoy día. Un reciente estudio de Hernández-Campoy y Jiménez-Cano de la Universidad de Murcia aprovechó el archivo sonoro de la EAJ17 o Radio Murcia (hoy Cadena Ser) para analizar los procesos de difusión de las innovaciones lingüísticas en el acento murciano desde 1970 hasta aproximadamente el 2000. Los resultados evidenciaron que el proceso de normalización lingüística continúa. De acuerdo a su baremación esta convergencia era para el caso de los políticos del 75% en el año 2000 cuando en  1975 era del 56,6% (el estudio ofrece abundantes datos para muchos grupos sociales). Vamos que nuestros políticos decididamente se avergüenzan del acento murciano e intentan por todos los medios hablar como los de León, a ver si así los cogen para las nacionales. Así las cosas, me parece que poco apoyo sincero puede esperarse de ellos.  Bueno, pues imaginen, si en los últimos veinticinco años, cuando ya sólo perduraban unos pocos rasgos fonéticos, todavía se dio este proceso,  cuánto mayor hubo de ser el cambio durante la alfabetización o la llegada de la radio. Ciertamente el panocho debería ser muy diferente a como lo imaginamos. La cuestión es clara: ¿pero cómo sonaba entonces el panocho original? Por desgracia la pregunta no tiene rápida ni fácil respuesta, pero podemos intentar varias aproximaciones:

Una posible solución sería acudir a esas mismas grabaciones de  la EAJ-15 que se iniciaron en 1933 en el Recreative de Espinardo, en plena huerta, y que se sabe promovía la colaboración de los oyentes ofreciéndoles espacios radiofónicos para poder realizar conferencias o charlas, leer trabajos literarios, presentar obras teatrales, cantar, solicitar discos, etc. Quizás en algunas de esas grabaciones entrevistaron a un último panocho rescatado de algún rincón de la huerta profunda y con el habla intacta. Sería genial, pero la suerte no está de nuestro lado. Por lo visto durante el proceso de digitalización de estos archivos ocurrió un fatal incendio que los dañó irremediablemente. Fue una de esas noticias que no merecen titulares, que ocupan una pequeña y escondida columna y pasan desapercibidas, cuando en realidad se trata de una pérdida descomunal de nuestro patrimonio histórico. Nadie se enteró, nadie lo lamentó....

Otra vía podría ser acudir a nuestros clásicos, ¿Acaso no existe una abundante literatura panocha, incluso diccionarios donde se registran sus peculiaridades?  Puede que sí, en realidad algo sí, pero sólo muy parcialmente. Me explico; primero hay que tener en cuenta que la inmensa mayoría de estos autores como Frutos Baeza, Diaz-Cassou, Orts, Jara Carrillo, Tornell y un largo etcétera en realidad no tenían el panocho por lengua madre. Eran más bien a la sazón unos “churubitos” enamorados de la huerta sí, pero churubitos al fin y al cabo, de exquisita educación castellana y que recogieron con gran dedicación y cariño este habla en sus escritos y, al tiempo, la aprendieron (como los catalanes de academia que comentaba al principio). Decía Díaz Cassou en La Literatura panocha (1895):

“...heredé este entusiasmo, lo he acrecido hasta el punto de aficionarme á escribir la literatura oral de nuestros últimos panochos...”

Las únicas excepciones que conozco serían las de López Almagro, Muñoz Martínez y Nicolás Rex. Este último, nacido en el corazón de la Huerta de Murcia declaraba que el panocho fue su única lengua hasta que aprendió castellano en la escuela. El caso es que todos estos autores, a falta de una norma ortográfica establecida, transcribieron con mayor o menor fortuna este habla a sus textos, cada uno a su manera y criterio, aunque al final más o menos convergerían en muchos rasgos. Pedro Lemus en su Vocabulario Panocho (1932) ya declaraba sobre el problema de esta transcripción:

“No se me oculta lo conveniente que hubiera sido representar la exacta pronunciación de muchas voces de este dialecto, que tienen sonidos peculiares, tales como las que llevan ch, y las terminadas en iquio-iquia; pero tales articulaciones no tienen figuración posible en la escritura y me atengo al modo como las han escrito los panochistas más afamados”.

No hubo de ser tarea fácil, pues en algunos puntos la diferencia es bastante notable. Está por ejemplo, el tema de las vocales abiertas y aspiradas, que por lo general resolvían con un acento en unos casos, y en otros añadiendo una “h” apostrofada (ej. to'h). Este rasgo no nos plantea problemas pues se mantiene hoy día (salvo en los políticos, como vimos). Pero en otros muchos casos, es más complicado: la “c” inicial parece ser que era bastante contundente y unos recurrían a la “k” directamente, otros a una transliteración como en “quiasa” (por casa) y otros simplemente confiaban en que el lector murciano sabrían interpretar el fonema correctamente. Un grave error como veremos. Es el caso del empleo del plural acabado en “s”, que se escribía  aunque no  se pronunciara, la “z” final que era en realidad “s”, la "r" final de los infinitivos que era "l" o las terminación en “ado” que al leer habrían de simplificarse como “ao”, y de unas cuantas más como elongaciones, permutaciones, refuerzos, etc. El problema es que hoy en día no estamos seguros de cómo o cuándo proceder ante estas lecturas, pues, ya normalizada su pronunciación, carecemos de guía para su interpretación. Está también el caso las fusiones tan abundantes y resueltas en las grafías con simples apóstrofes a modo de unión, de la ñ (¿realmente existía?), la “ll” intervocálica y así un largo etcétera. Por desgracia en otros muchos casos, en un intento de trasladar al lector el carácter rústico del huertano incluyeron numerosas faltas de ortografía en su redacción, a menudo sin transcendencia fonética, pero en otras ocasiones sí. Eso dificulta su interpretación, por ejemplo cuando escriben “llo” por “yo” (pronombre) ¿Es un intento de matizar su pronunciación o  una mera falta de ortografía a propósito?  Como veremos, en este caso probablemente no es falta ortográfica. En ocasiones, esta falta de homogeneidad en su transcripción ha sido aprovechada por los críticos para acusar a sus autores de inventar los vocablos.

Así pues sólo nos queda una aproximación posible. ¿Qué dijeron explícitamente estos autores de cómo sonaba o de cómo habría de pronunciarse el panocho?, ¿Que les llamaba la atención? ¿De qué rasgos dejaron constancia?. Pues bien existen unos pocos textos que tratan el tema de forma específica y lo que nos cuentan puede sorprendernos. En primer lugar no hablan del panocho como de una lengua zafia o malsonante, sino de una lengua dulce de sonidos arcaicos, aunque si advertían de la conveniencia de su correcta pronunciación:


“...chapurrándolo no gusta, bien hablado da placer...”(Frutos Baeza, El habla huertana, 1899)

“...En este rincón de la Península aún se oye hablar, como hace cinco siglos, á personas que por sus hábitos, traje y costumbres parecen trasmigradas á la vista del filólogo y del antiquario...” (Fuentes y Ponte; La Murcia que se fué, 1872)

“...aquel habla que abreviaron tantas elisiones y suavizaron tantas subrogaciones, llena de color y de expresión, en el hombre; poética, lánguida, voluptuosa en la mujer joven, en cuya boca las ll y las ch eran sonidos deliciosos, caricias del oído...” (Díaz Cassou; La literatura panocha. 1895)

“….pasemos a señalar lo más característico e interesante de la elocución panocha: en primer lugar diremos, como observación precisa, que la disposición de los órganos de la fonación, en nuestro huertano se adaptan más que los de ningún otro a emitir sonidos puros, sin modificación alguna, de donde acaso se deduzca que, el ritmo y tono de su expresión oral, es grato y dulzón en sus ternezas y agresivo y lacerante en sus apóstrofes”.  (Ramírez Xarriá; El Panocho. 1927)

Y no parecen falsas alabanzas, pues aportaron explicación. En el caso de Xarriá, hace éste referencia a que en una época en la que ya se había impuesto el yeismo y la no distinción entre “v” y  “b”, los panochos huertanos mantenían una perfecta pronunciación de los mismos así como de gran variedad de sonidos antiguos.

Como uno de sus rasgos más característicos citan, antes aún que el manido plural aspirado, la pronunciación exagerada de la “ll”  adhiriendo toda la lengua al paladar y reteniéndola más tiempo. La “y” se usaba realmente sólo como sustituto del conjunto ·ig· como en “trayo”. O de la “ch”  pronunciada muy “sui generis”, más suave y aguda que en castellano, pues se pronunciaba con el ápice de la lengua (quizás a lo sevillano). Era tan característica que cuando presente, ostentaba todo el valor eufónico del vocablo. En relación a este sonido es de destacar el famoso "iquio" huertano, derivado del "ico" aragonés y prácticamente olvidado hoy día. En él la -q- suena como si se articulara más adelantada en el paladar produciendo una "i" muy cerrada que suena casi como "ch" y que según decían sólo los auténticos huertanos sabían pronunciar, siendo un sonido imposible para churubitos y extranjeros. Todos estos sonidos, es importante destacarlo, se han perdido, para reconstruirlos sólo podemos interpretar las instrucciones dejadas en estos escritos pero no tenemos patrón sonoro para hacernos una idea exacta de su matiz, potencia o timbre.

Está también la complicación de ser una lengua tonal en las que las letras se pronuncian de distinta manera según la letra que precede. Es el caso de la “b” o “v” que precedidas de “s” (que ni se pronuncia y a veces ni se escribe) se transforma en “f” como en “loh fentorrillos”,  “lah farracas” o “ehfalijazión”. O los conjuntos “ld” que se elonga en una suerte de doble “l”, como en “alcal-le”.

Y por supuesto, también están los restos de pronunciación árabe entre los que  Fuentes y Ponte incluía la  “h” aspirada, la “s” muda, la “ch” fuerte, o los sonidos guturales de “g” y “j”. Un “conjunto de inexplicable gracia y belleza” decía este autor, pero que curiosamente coinciden hoy día, con algunos de los rasgos fonéticos más parodiados por el resto de comunidades. El habla morisca siempre fue la de un pueblo perseguido y bilipendiado, y, al parecer, sus restos siguen siendo objeto de burla.

Este mismo autor menciona lo características que era la "x" tomada del catalán y que sonaba como la "ch" francesa  como en xabon, dexar, madexa quixote, daraxarife, almoxarifazgo, relox (Fuentes y Ponte; La Murcia que se fué, 1872)

No intento dar aquí una recopilación o una norma sobre como pronunciar el panocho, es algo que queda lejos de mis conocimientos y posibilidades. Simplemente he pretendido que la relectura de las indicaciones que para su pronunciación nos dejaron los clásicos de nuestra literatura, nos evidencie  nuestras “limitaciones” a la hora de su pronunciación.  Quiźas así nos demos cuenta que los sonidos del panocho no son los del  “acho, pijo” que a menudo nos toca soportar como tópico burlón, sino más bien los de "canne"; “alcal-le", "esperfollo"; "chiquil-la"; "farracas"; "ehfalijazión" o "daraxarife" .

Así las cosas, parece que va a ser cuestión de practicar la próxima vez que nos toque recitar panocho.

12 comentarios:

  1. È menèhter ricuperà nuehträ remanenciä, yo no me quiero ni me dá guhto ehlapizarme de mi curtura y de l'hondo de mi sè, pero ni una mijiquitucha, ni una chihpirrituja siquiá, cago en la ohtia cana!

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  2. Conjugación verbo venir y trujir\traer;

    Presente
    Yo vengo
    Tú vièh/vieneh
    Ér/ella vié/viene
    Vusotrö venéï/venï
    Ellö/ellä vien/vienen

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  3. Me s'orvidaba er sü: vusotrö/ vusoträ sü (sus) venéï

    Trujir/traer

    Yo trujo/traigo
    Tú trujeh/ traeh
    Ér/ella truje/trae
    Nusotrö/trä trajímö/traemö (er pasao è "trujímö")
    Vusotrö/vusoträ trujéï/traéï
    Ellö/ellä trujen/traen

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  4. Yo anque soy d'armería lu hago ehto pa que no se pierda nuehtra lengua que considero compartimö en tor surehte peninsulà, salúö y dìhta lluego, mejò dicho prontico nö vemö

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  5. Adverbios que indican lo relacionado con la casa:
    Voy ca la María, voy ca lö agüelö (tamién "a ca"), anoche ehtuve cace mï suegrö (" ce" viene del euskara o del antiguo íbero indica un sitio de varios sujetos) anoche vine de con mï suegrö ( de con indica venir de un sitio de varios sujetos, si nó sería "de ca", tamién existe " enca", "anca".

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  6. Verbö ser (sè)
    Yo soy, tú ê/erè, ér/ella è, nusotrö/trä semö/somö, vusotrö/trä séï/sóï, ellö/ellä son

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  7. Verbo sentir (escuchar, oír en castellano):

    Pretérito perfecto simple
    Yo sentí
    Tú sentihtèh
    Ér/ella sintió
    Nusotrö/trä sintímö
    Vusotrö/trä sintíhtï

    Si sü sintiàh/sintiéraï lu que dicï nenicö!
    El pluscuamoerfecto lo hacemos con el verbo ser de auxiliar en lugar de con haber ( esto siempre me regañaba la maestra en el colegio, así no se dice, eso está mut mal dicho, ahora imaginad en mas de 200 años que hace q se implantó la escuela en castellano)

    Yo fuera sentío/ yo fuá/juá sintío, fuera sío mejò...(la "f" se pronunciaba como una j porque creo que los antiguos íberos no distinguían bien el sonido /f/ igual que le ocurre actualmente a la lengua vasca.
    Verbo haber;
    Pasado perfecto
    Yo he
    Tú hà
    Ér/ella ha
    Nusotrö/trä hemö/habemö
    Vusotrö/trä haï
    Ellö/ellä han
    (Que haiga muncho u poco no è cosa nuehtra, haï vihto?, y cambia en plural y singular; hubo muncho jaleo/ hubión/hubieron munchö hômbë/homë
    Yo vide (yo ví), er vido ( él vió) como véis la "d" se tiene que pronunciar así no nos comemos las des de los participios ni nada como se nos dice, nuestra lengua es así no viene del castellano en mi opinión y el verbo ver lo demuestra clarente

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  8. Adverbios de cantidad:

    Un poco, una mijica (una mica en catalán), una miaja/miajica/miejica, una mijiquitusa/mijiquituja/mijiquitucha es una cantidad todavía más pequeña, y una chispa es menos aún, pronunciado /chihpa/ una chihpirrituja/chihpirritusa/chihpirritucha es todavía una cantidad menor muy ínfima, una gota (un poco tb) una gotuja/gotucha es menor que una gota, ná (nada) naíca (nada de nada), ni jelepa ( no hay nada absolutamente) tasamente (tan sólo), muncho (mucho), mu (muy), un montón, a ehpuertä ( muchísimo mucha cantidad) a manta (mucha cantidad tb "te voy a dà una manta palö") a porrillo (un montón tb) a puntapala, ni corto ni cortijo (ni mucho ni poco) así asá (regular, en francés es come si come ça) así asáo( como así asá) hay más pero no caigo ahora mismo, nuestra riqueza léxica para expresar cantidades es increiblemente rica, yo no conozco otra lengua tan rica en este aspecto

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  9. Adjetivos:
    Tenemos muchos adjetivos que acaban en -oso -osa en catalán coinciden muchos de esos adjetivos solo que en catalán y valenciano acaban en -os -osa, son adjetivos que compartimos tb con la lengua aragonesa por ejm: picante sería en castellano, en nuestra lengua del sureste (dialectos del murciano o de como los queráis llamar menos castellano) nosotros decimos "picantoso" (paece que l'arrò ehtá una mijica picantoso), latoso ( que molesta mucho da mucho la lata) molehtoso (en castellano es molesto), fahtigoso (es asqueroso, molesto, que cansa tb, coincide con el aragonés fastigoso, y el catalan fastigós, en fa fástic es me da asco o hastío), ardiloso ( que tiene ardiles, que hace las cosas rapido y bien, con nervio hacendoso en castellano), también las palabras que acaban en -dura en castellano nosotros las acabamos en -azo ejm: picadura en castellano, nosotros decimos picazo (m'han comío vivo a picazö lö mohquitö) un setazo tb es una picadura con una marca redonda y enrojecida (roal) caradura en castellano, vaya jetazo que tiene en el sureste, trencás en catalán , rotura ek castellano, trancazo que decimos nosotros (golpe fuerte en el que hay alguna rotura a consecuencia del golpe) hay excepciones como locura que nosotros decimos "chalaúra"

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  10. Quemadura en castellano es un "quemazo" en nuestra lengua y muchos mas ejemplos, me voy acordando. Sigo con algo sobre las que se han ido amoldando las lenguas en el año 1000 nuestra lengua de superestrato era el árabe, era la lengua culta de referencia y de más categoría, éstas lenguas van modificando y afectando a las lenguas locales en este caso era al mozárabe que se hablaba en el sureste que venía del latin, y éste a su vez cuando la lendua de los conquistadores era el latin la lengua que se hablaba la local era el íbero, pues todas esas lenguas que he mencionado forman parte de nuestro sustrato lingüístico, a esto le tenemos que sumar las lenguas de contacto y por cuestiobes de repoblación: catalán, valenciano, navarroaragonés, occitano(posiblemente gascón y el genovés que es parecido al catalán y a las lenguas occitanas), sin embargo el castellano lo tenemos como lengua de superestrato, en la actualidad es la lengua de más caché y la que la gente que aspira a una mejor posición social intenta hablar y usar, eso hace que con el paso de las décadas nuestra lengua vaya desapareciendo poco a poco porque no tiene reconocimiento social y porque tampoco se enseña en la escuela ni está protegida por ninguna ley, no existe oficialmente porque nadie habla de ella, y si nadie habla no existe. Además de las lenguas anteriores que forman nuestra lengua existe una lengua antiquísima que nos ha dejado una huella que es la que más personalidad nos dá, abrid bien las orejas y los ojos porque lo que os voy a contar no es vox populi: en las montañas del cáucaso y en las llanuras de anatolia (turquía) había hace miles de años unas tribus que procedían de la región de iberia en la actual georgia, dice heródoto que es considerado el padre de la historia que esas tribus tuvieron que hacer un largo viaje para huir de los conflictos bélicos que asolaban sus tierras constantemente, y que se asentaron en la península ibérica finalmente pasando antes por diversas zonas del mediterráneo, se les emparenta tambien con los etruscos pero nada es seguro, así cuando los romanos llegaron a nuestras costas nos llamaron íberos, las tribus íberas poblaban todo el este de la península y aquitania entera, se les emparenta tb con lo euskarico, pero lo sorprendente es que se le puede dar credibilidad a la historia que cuenta heródoto a través de nuestra lengua; ya que se ha descubierto que en el sureste penínsular poseemos la armonía vocálica en un grado extremo, esto que és y que implica, pues que cuando hacemos el plural de una palabra cambiamos no solo la última vocal para expresar el plural sino las vocales del centro de la palabra, el castellano hace el plural con una -s nosotros no, ejm: "mujer" está en singular, pero en plural pronunciamos /mujërë/, como véis la vocal de en medio sufre una apertura igual que la última vocal, y esta peculiaridad la tiene el turco y una lengua túrcica de las montañas del caucaso, tb el finlandes y el húngaro todas ellas son lenguas del grupo uralico-altaicas, en la península también le ocurre esto al valenciano alicantino que es una lengua de contacto con la nuestra, a un dialecto del gallego que se habla cerca de león, al extremeño y a dos dialectos del euskera que se hablan en el norte de navarra. Las lenguas que poseen la armonía vocálica acarrean otra serie de peculiaridades por defecto y nosotros no íbamos a ser menos: propiedad aglutinante: adverbios y sustantivos como; "contíconeso" significa a pesar de, pero es que en catalán es "amb tot i aixó" solo que el contíconeso nuestro ha sufrido la aglutinación es "con tó y con eso" contraído, "antiyer" es anteayer pero aglutinado, o el famoso "tontolpijo" que es tonto del pijo, "apretaculos" que mete prisa sin necesidad.

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  11. Otra característica es el uso de partículas para cambiar el significado de palabras, nosotros tenemos varias algunas son el -ico -era , -ela, -ele, sí habéis leido bien el diminutivo -ico no es realmente un diminutivo solo, con el -ico formamos adverbios nuevos y cambiamos el sentido de las palabras ejms: bueno es bueno, pero "bonico" significa guapo, o algo que está bien (è q'eso ehtá bonico lu que hà hecho?), sombra es sombra pero "sombrica" indica mas cosas (hecha por la sombrica nene) sombrica tiene el sentido de que hace mucho sol y calor y si vas por la sombra iras mejor, además "hecha por la sombra" significa que tengas cuidado, "a caso hecho" significa hacer algo a drede, a posta con malas intenciones y además ha tenido consecuencias, pero "a casico hecho" significa que las consecuencias no han sido tan graves, solo no es lo mismo que solico, lo mismo no es lo mihmitíco, lleno no es igual que llenico o llenetico (la partícula -ti del medio es un pronombre antiguo que sustituye al sujeto, "el suelo ehtá lleno d'olivä, sí, ehtá llenetíco". "Arriba, abajo y lenjö" si le añadimos erä se aumenta el significado; arriba, arribótë/arribotä es mäs arriba y arriboterä/arribotelë es muy muy arriba, con abajo igual y con lenjö algo lenjotë es que está más lejos y lenjoterä es que está lejísimos. De momento es más bien castellano nosotros decimos por el momento porque "de momentico" significa rapidamente, -era en vasco actualmente significa en gran cantidad o mucho más.

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  12. Adverbios preposicionales frecuentes: de contino, continamente (en catalan se dice igual), y tó (significa "incluso" y es posicional porque tiene que ir siemore al final de la frase, en catalan se dice i tot), arreol, alreol (significa por todo y alrededor igual que en aragonés arredol y en catalán arreu) arran (significa a raiz, a causa de, a ras del suelo, en aragones y en catalan se dice igual), en luarto, cima ( encima en castellano) en comedio ( por el medio) ara, agora y abora ( los tres se usan en los mismos lugares o sea q un mismo hablante los puede usar indistintamente, ara es igual que en catalan, agora es igual que en aragones y mozarabe y abora es una evolución de agora al labializarse el sonido gutural), a la paercica ( a mi lado, pegado a mi) azaga ( puede ser un verbo y en este caso seria una orden de que te eches para atras o puede ser un advervio y sería detrás de, tb existe ezaga)

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