Como algunos sabrán durante todo el
Pleistoceno las biocenosis europeas estaban caracterizadas por una mayor diversidad y sobre todo por la presencia de especies de gran tamaño, al estilo de las sabanas africanas. Hoy día diversos estudios apuntan que la influencia de esta
megafauna sobre el territorio debió resultar decisiva en el equilibrio natural de los ecosistemas, al tiempo que
actuarían como especies paraguas. Por este motivo
las iniciativas rewilding persiguen restablecer en los ecosistemas actuales el papel ecológico de los grandes mamíferos extintos.
Por centrarnos un poco; durante el Pleistoceno el clima osciló repetidamente entre un clima frío, o glacial, con extensos mantos de hielo cubriendo las latitudes más elevadas del planeta, especialmente en el
Hemisferio Norte, y épocas cálidas, o interglaciares, en las que dichas zonas quedaban parcialmente descubiertas. Este esquema de ciclos de expansión contracción del manto polar se mantuvo estable durante los últimos 2,5 m.a., sucediéndose no menos de 5 periodos glaciares. De hecho el actual periodo Holoceno nos es más que una de esas fases templadas que comenzó hace unos 12.000 años con el fin de la última glaciación (Würm). Comparado con otros interglaciares
se trata de un periodo anormalmente frío y estable (he dicho bien) como lo prueba el hecho de que durante los anteriores
hipopótamos,
elefantes y monos pudieron prosperar en la actual
Inglaterra .