
La primera pega de este concepto es que quizás sería más adecuado denominarlo “teleférico espacial” puesto que no funcionaria con un sistema de contrapesos y polea como los ascensores auténticos sino con una cabina que se desliza a través de una cable. Si bien su belleza radica en la sencillez de los principios físicos implicados, sí es preciso entender éstos adecuadamente.
El primero de ellos es el de órbita geosincrónica. Viendo a los astronautas en sus naves haciendo graciosas cabriolas en ingravidez, yo solía pensar que colocar un objeto en órbita era poco menos que llevarlo arriba, muy arriba, al espacio donde la gravedad no lo afectara y ponerlo a dar vueltas al planeta. Poco después supe que efectivamente los astronautas son concienzudamente entrenados para dar esas "graciosas piruetas" y que sólo aquellos capaces de ejecutarlas con singular gracia, la denominada “gracia celestial”, son finalmente seleccionados para la misión. También descubrí que un objeto en órbita es aquel que describe una trayectoria alrededor de un planeta a una velocidad tal que la fuerza centrifuga contrarresta exactamente la atracción gravitatoria a esa altura (velocidad orbital), por eso los astronautas flotan (precedidos por su necessers...). Por si se lo plantean, teóricamente es posible colocar un satelite en órbita a ras del suelo, sólo que para compensar la gravedad a esa altura su velocidad debería ser enorme. En la práctica esto es totalmente imposible, pues los astronautas perderían rápidamente todos los puntos del carné y los depósitos municipales almacenarían ingentes cantidades de naves espaciales, tal es la entrega de nuestros cuerpos de orden en estos días de crisis. Sin embargo sí hemos colocado muchos objetos “casi” a ras del suelo, en las denominadas órbitas bajas a unos 300 km de altura. Es el caso de la Estación Espacial Internacional, a sólo 360 km de altura por encima de nuestras cabezas precisa una velocidad de 27.743 km/h. Debido a diversas perturbaciones orbitales, la nave se va frenando y pierde cada día unos 80 metros de altura, que periódicamente deben ser recuperados encendiendo los motores.
Si lo piensan 360 km es muy cerca, algo así como la distancia de Murcia a Madrid que en coche hacemos tranquilamente en unas tres horas, es decir si nuestro coche en lugar de coger la autovia ascenderia en vertical a idéntica velocidad llegaríamos a la EEI en tres horitas de nada. El caso es que conforme buscamos órbitas más altas, la atracción gravitatoria disminuye y las velocidades orbitales requeridas son menores. Y como muchos estarán imaginando debe existir una altura a la que la velocidad orbital coincida con la velocidad de rotación de la
El segundo concepto es de de tensión. Un cable cable de casi 36.000 km por muy fino que sea, supone un gran peso, millones de toneladas. Al mismo tiempo la fuerza centrífuga del contrapeso ejerce un empuje en sentido opuesto al de la gravedad y al menos de igual magnitud. La suma de ambos componentes genera una gran tensión para cualquier porción del cable situada entre ambos, aunque la magnitud de la misma será variable durante el recorrido. Hasta hace unos años, éste era el mayor obstáculo p

Suministro de energía: una de las ventajas del concepto de ascensor espacial es que la nave, cabina o lo que finalmente sea que suba por el cable no necesita transportar enormes cantidades de combustible explosivo o de ningún tipo, ya que podría suministrársele de varias formas desde tierra. Es una de las cuestiones fundamentales a resolver pues es una tecnología a desarrollar por completo. Se han propuesto ideas de los más variopintas para este respecto, desde transmitir energía mecánicamente a traves de sacudidas en el propio cable en tensión, micro-ondas, láseres apuntando a paneles solares, ondas magnéticas como las de algunos trenes bala. Un impulso fundamental para la selección de esta tecnología lo supuso el Space Elevator Price un concurso dotado con un premio de 900.000 dólares para el primer equipo que consiguiera diseñar un elevador capaz de subir por un cable de 900 metros una carga de 11 kg. Tras una primera convocatoria fallida, el 6 de noviembre de 2009 la empresa LaserMotive se adjudicó este premio. Gracias a este ejemplo ya nadie alega este particular como un grave obstáculo para la construcción del ascensor.
El paso final es colocar una cabina, un vehículo o lo que se desee, que porte el mecanismo capaz de ascender por el cable. Una de las grandes ventajas de este sistema es que la velocidad no importa demasiado, transportar pesadas cargas al espacio no es cuestión de velocidad sino de conseguir un coste reducido. Más velocidad significa más energia y más energia más consumo. En el caso de humanos puede plantearse como una paseo de unos días, a la velocidad de los trenes bala actuales, unos 300 km/h, algo perfectamente posible conforme va disminuyendo la atracción gravitaroria, el viaje puede durar unos cinco días. Se ha pensado que el transporte de viajeros se realice en cómodos alojamientos, a estilo de hoteles que contengan las distracciones necesarias. Los pasajeros no sufriran grandes aceleraciones ni sobresaltos, no será necesaria una selección de los más dotados de la “gracia celestial”.
Las perspectivas actuales son buenas, hay no menos de cinco empresas dedicadas enteramente a su construcción, se celebran congresos científicos sobre el tema, las principales agencias espaciales del mundo (NASA, ESA, Japón) están destinando millones de dólares a su desarrollo. Cuentan que en una conferencia se le preguntó a A.C. Clarke qué fecha estimaba probable para su construcción, después de pensarlo un poco respondió “cincuenta años después de que todo el mundo deje de reirse...”. Pues bien ya nadie se ríe, pero es posible que hayan de transcurrir cincuenta años. Liftportgroup una empresa privada, ha anunciado que su primer ascensor espacial estará construido para octubre de 2031. Se trataría de un modelo básíco, para cargas no muy pesadas pero completamente funcional. El coste estimado de la construcción es de 10.000-20.000 millones de dólares, ¿mucho? En realidad no, es más barato que el proyecto de transbordador espacial, es del orden del precio de creación de nuevos cohetes, es mucho menos de lo que sólo en España se ha prestado a los bancos para superar la crisis, y por primera vez, es un cose recuperable por explotación. Lo que es seguro es que a raíz del primero en funcionamiento, la revolución será imparable, no existe competencia posible para los precios de puesta en órbita de artilugios. Construyendo en órbita por módulos de una manera económica, no existirán las severas limitaciones actuales al tamaño y peso que expuse en la primera parte. Hoteles, puertos espaciales, grandes naves espaciales, etc. estarán al alcance económico y técnico de cualquier empresa privada. La auténtica conquista del espacio comenzará entonces.
He buscado con interés entre los miles de reseñas disponibles en la web algún video que pudiera ejemplarizar las posibilidades de esta tecnología y tras muchos pensarlo he seleccionado éste, merece la pena verlo.
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