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23 agosto 2011

Parque Pleistoceno

Confieso que cuando comencé esta “intermitente” serie de posts sobre la naturaleza salvaje y la recuperación de especies extintas, tenía el propósito de culminar con uno que compendiara la fauna que aún debiera andurrear en nuestros espacios naturales, si la mano del hombre no los hubiera eliminado. Para ello he estado buscando citas referidas a los últimos 10.000 años, esto es, durante el periodo conocido como Holoceno.
No es que el hombre no hubiera exterminado especies con anterioridad, pero el Holoceno viene determinado por el fin de la última glaciación y la instauración del clima actual o “interglaciar”, y cuya principal característica es la de ser ser demasiado estable, al menos para lo que un climatólogo entiende que debiera ser un "buen interglaciar".
Usando esta fecha como límite razonable, confiaba en no proponer imprudentemente especies que no resultaran coherentes con el clima y entornos actuales. Pero he aquí que según algunos investigadores mi propuesta pecaría, y pecará pues sigo empeñado en ella, de excesivamente conservadora, por no decir claramente errónea. Si es que no hay manera, no da uno pie con bola.



Autores como Paul S. Martin sostienen que las especies, o mejor dicho, los ecosistemas, han evolucionado en el transcurso no de miles, sino de cientos de miles o millones de años. Creer que el clima ecológicamente adecuado es el actual es un ejercicio de antropocentrismo. Si buscamos una referencia temporal ésta debiera ser todo el periodo Pleistoceno en su conjunto, con su clima cambiante a base de sus estadíos glaciares e interglaciares.


Durante este largo período de tiempo, del cual el Holoceno es sólo un instante, los ecosistemas alcanzaron un equilibrio en el que a buen seguro la mastofauna (>45 kg) ejerció un papel determinante (ver post rewilding). La pérdida de la mayor parte de esta gran fauna (mammuths, rinocerontes lanudos, tigres dientes de sables, etc.) por causa humana hace unos 13000-10000 años, no pudo sino implicar la pérdida del equilibrio del ecosistema, pues la mayor parte de la especies vegetales y animales co-evolucionaron en mutua presencia. De esta manera los ecosistemas actuales, en su ausencia, estarían desbalanceados y correrían el riesgo real de colapso.

El audaz Paul, fue un paso más allá y, siempre refiriéndose a Norteamérica, propuso que si realmente deseábamos una naturaleza en equilibrio, si queríamos que las iniciativas de “rewilding“ tuvieran éxito, deberíamos ser capaces de reintroducir esta megafauna pérdida o en su defecto especies “proxies”, esto es, sus equivalentes ecológicos ya procedieran de otros ecosistemas o fueran sus descendientes domésticos. Siguiendo con su argumento, la tradicional visión de las praderas americanas a base de bisontes, lobos y bueno, tambien indios si así se quiere, resulta bastante incompleta, faltan muchas especies correteando para tanta hierba. He de decir que en Norteamérica las grandes extinciones no fueron obra del hombre blanco sino que diez mil años antes los ancestros de los pieles rojas, probablemente los clovis o sus coetáneos, perpetraron una de las mayores extinciones masivas de la historia.

Siguiendo el plan de restauración de P.S. Martin, en primer lugar debería procederse a la reintroducción de la Tortuga de Bolson , un género de tortuga gigante de casi medio metro, redescubierto en la dećada de los cincuenta y que antaño fue muy abundante. Su influencia comprobada sobre la productividad de la pradera americana resultaría decisiva para la reintroducción de otros hervíboros (no en vano P.S. Martin era profesor de geociencias en el Desert Laboratory de la Universidad de Arizona). Otras especies a reintroducir serían el antílope berrendo, el bisonte de las praderas, el muflón canadiense, la cabra de las rocosas, el ciervo de cola blanca y el venado mula. Hasta aquí todo bien, pues se trata de especies todavía existentes cuya reintroducción no causaría grandes controversias, pero la cosa no acaba aquí. Puesto que el cerdo salvaje de Norteamérica se halla extinto debería introducirse una especie “proxy” que cumpliera su mismo cometido en el ecosistema. En este caso se propuso al pecarí de collar, nativo de Suramérica. Los caballos fueron de hecho originarios de Norteamérica, y los actuales mustang, caballos cimarrones descendientes de los traídos por los españoles, deberían ser favorecidos. Curiosamente, muchos de los caballos traídos por los españoles podrían haber sido “zebros” un caballo salvaje nativo de Iberia de ahí su facilidad para readaptarse al entorno natural. Pero empecemos con lo realmente controvertido, durante el Pleistoceno Norteamérica albergó varias especies de camellos, para su reemplazo se propone como equivalentes a dromedarios y guanacos.

¿Como? Introducir dromedarios en Norteamérica....!! Parece que esto empieza salirse de madre. También existieron dos especies de tapires en California y Florida, para los que el tapir de montaña sería un excelente sustituto. Y claro como no, los mammuths, nada menos que tres especies de enormes proboscídeos andurreaban en grandes manadas; el Mastodon, el Mammut de Columbia y el Mammut Imperial, esta vez seguro que adivinan sus sustitutos... ¡Correcto! el elefante americano y el asiático, este último en la zonas más húmedas del subcontinente. En las estepas áridas los perezosos gigantes y el glyptodon debieron ser básicos para la regeneración del suelo, por lo que no queda más remedio que traer al armadillo gigante de la Pampa. Y claro ¿quien va a controlar tanto herbívoro? Los grandes carnívoros norteamericanos, que fueron muchos y muy grandes, están extintos (osos de anteojos, pajaro terrible, homoterios, güepardos americanos, león de las cavernas, lobo feroz y tigres dientes de sable), así que no queda más remedio que traernos a sus equivalentes allende haya que buscarlos, y sí, serían el león africano en las praderas controlando los bisontes, el güepardo asiático para controlar las poblaciones de berrendos en sus estepas áridas, y jaguares en los entornos húmedos.



He usado un tono un tanto jocoso en este inventario pues a buen seguro que es el acorde a su impresión durante la lectura. De hecho la propuesta de Martin espléndidamente desarrollada en su libro Twilight of the Mammoths: Ice Age Extinctions and the Rewilding of America (University of California Press, 2005), levantó la incredulidad del público, sino la mofa directa. Pero de hecho la hipótesis del overkill (sobrecaza), “blitzkrieg model” o “Pleistocene rewilding theory” es una teoría científica en toda regla, desarrollada en diversos artículos científicos que incluso ha sido objeto de un editorial en la prestigiosa Nature (Josh Donlan, et al., "Re-wilding North America," Nature 436 (18 Aug. 2005): 913-914).

Algunos científicos, conscientes del enorme cambio de mentalidad que se se precisa para su aceptación, inician sus conferencias haciendo pasar entre el público "moñigas" de mammuths. Aunque suene raro, resulta ser una excelente forma de que la audiencia verifique que ese resto recuperado del hielo, no es ni mucho menos un fósil del pasado, sino que perteneció a un animal desaparecido casi en el presente y por acción humana, que el establecer como referencia en los programas de conservación la América precolombina, es de facto artificial y carente de base ecológica.

Si lo piensan seriamente, algo de razón debe tener, si convivieron todas esas especies, si las manadas no fueron sólo de bisontes, sino también de berrendos, ciervos, mammuts,etc. si los carnivoros fueron tan grandes, si el hombre los eliminó... es seguro que todo el paisaje vegetal sería completamente distinto. Aquí encontrareís más informacion sobre la magnitud de la pérdida de especies acaecida a finales del Pleistoceno. Realmente es imposible que los ecosistemas sean los mismos en su ausencia, incluso en parámetros básicos como su productividad, biomasa albergada, tasas de renovación, resistividad, etc.

Los detractores, que son muchos, los acusan de pretender crear “ecosistemas frankenstein”, se discute el papel real del hombre en muchas de esas extinciones, se aduce el efecto de los cambios del clima y la vegetación y a la irreversibilidad del estado actual, el peligro de las introducciones, nuevas enfermedades, parásitos, su impacto en enspecies ya en peligro, etc. Razones no les faltan,y deben ser todas debatidas. En cualquier caso el "rewilding" ha dado ya sus pasos iniciales. El multimillonario y filántropo Ted Turner (el "ex" de la Jane Fonda que donó mil millones de dólares a la UNESCO y siguió como si nada), parece decidido a ponerlo en práctica. Se ha comprado un ranchito llamado Vermejo Park Ranch de unas aceptables 240.000 hectáreas, vamos la mayor popiedad privada del planeta, donde ya ha soltado las tortugas gigantes, ciervos mula, bisontes, berrrendos, osos negros, pumas, y pavos salvajes. Ya veremos como acaba la aventurilla porque el rancho también ha resultado ser rico en gas natural, petróleo y arenas bituminosas.

El caso es que pensando pensando, los científicos se han dado cuenta de que hay otras regiones del planeta donde estos Parques Pleistocenos resultarían de hecho más factibles. ¿Adivinan dónde...? En Europa.
Según el biólogo J.C. Svenning puede resultar extraño pero Europa con el abandono de sus cultivos está recuperando grandes territorios para la naturaleza, sus bosques aumentan año a año, y aún quedan grandes áreas de naturaleza virgen, sobre todo en las zonas nórdicas (amén de nuestros nuevos edenes radiactivos en Chernobyl). Además cuenta con la ventaja de que no resultaría precisa la introducción de tanta especie exótica como en Norteamérica, pues gran parte de su mastofauna sobrevivió en refugios aislados o en otras porciones de Asia y Äfrica. El bisonte europeo sobrevive y está siendo reintroducido en diversos paises, entre ellos España. El buey almizclero ha sido reintroducido con éxito en Suecia, Noruega y Siberia. El antilope saiga cuenta con importantes, si bien muy fluctuantes, poblaciones. El extinto auroch o uro parece que va a poder ser resucitado a partir de sus ascentros, en cualquier caso sustitutos domésticos no faltarían, entre ellos nuestro toro de lidia. Los caballos cuentan todavía con varias especies , bien descendientes directos como el caballo de Przewalski y el encebro (¿caballo de sorraia?) o especies recreadas como el caballo de Heck, konies o los Stroebel's Horse, todos recreación del Tarpán. Otras especies antaño más comunes han sobrevivido fuera de Europa y de así quererse podrían retornar sin grandes problemas, es el caso del león asiático que abundó hasta épocas históricas en el sureste europeo, el leopardo persa todavía está presente en el Caúcaso, la hiena manchada y el hipopótamo, abundaron hasta hace poco en la Europa más cálida y húmeda. Para aquellas especies extintas se ha propuesto introducir el elefante, rinoceronte asiático y el búfalo de agua.



Por supuesto que habrá que ver quien es el guapo que suelta esos bichos en nuestros “afables” parques naturales donde todos los aninales tienen a bien cedernos el paso y salir pitando con el rabo entre las piernas. Pero si lo piensan ¿no sería magnífico ver manadas de uros, caballos salvajes y cérvidos siendo perseguidas por diversos carnívoros? ¿Acaso no de no ser por el hombre, ese sería realmente el equilibrio original de nuestros ecosistema? Sí lo sé, mucho tienen que cambiar las mentes para que tal cosa ocurra, pero si sé de un sitio donde ya está ocurriendo...

Perdido en la Siberia, en la Yakutia central, se halla el Parque Pleistoceno, un intento de restaurar la primitiva estepa del mammuth de épocas glaciares. Se da la circunstancia de que, durante el Pleistoceno, la estepa fue el ecosistema dominante a escala global, aún hoy los bosques de taiga que reempazaron estas praderas constituyen la mayor superficie boscosa del paneta. Lejos de ser un hábitat improductivo este paisaje se caracterizaba por un rica diversidad de plantas herbáceas y una alta productividad animal. Se ha estimado que incluso en los periodos más fríos la biomasa animal era de 10 ton/km2, lo que podría suponer encontrar en cada kilómetro cuadrado un mammuth, cinco bisontes, seis caballos y diez ciervos. En zonas o épocas más cálidas la productividad era incluso mayor, aunque con diferentes complejos faunísticos. Estos datos superan incluso a las actuales densidades de las sabanas africanas.



Según Sergey Zimov, lider del proyecto, la eliminación hace 13000 años de esta gran fauna por la sobrecaza humana propició la desaparición de este ecosistema al permitir el crecimiento de árboles y arbustos ya no sometidos al sobrepastoreo. Curiosamente Zimov propuso esto unas décadas antes que P.S. Martin pero claro al estar al otro lado del telón de acero...

Estas praderas constituían la mayor reserva de carbono del planeta, almacenada en el permafrost helado durante las glaciaciones y liberada a la atmósfera durante los estadios interglaciares. El drenaje favorecido por la megafauna mantenía los suelos más secos impidiendo las liberaciones masivas de gases de efecto invernadero como el metano, cuya actual emisión  trae de cabeza al IPPC. Su albedo es también superior reflejando al espacio una mayor cantidad de energia solar. La reinstauración de este ecosistema en Beringia podría ser, según Zimov, una efectiva arma de lucha contra el cambio climático.

El caso es que con todos estos argumentos Zimov ha conseguido crear un auténtico parque pleistoceno en una parcela de 1600 Hectáreas, antigüa sede de la Estación científica del Ártico Noreste hoy administradas por la ong "Pleistocene Park Association". Entre las especies preexistentes y las ya introducidas se contabilizan renos, carneros de las nieves, bueyes almizcleros, bisontes europeos (en breve también americanos), lobo gris, zorro ártico, lince europeo, oso pardo, caballos de Przewalski y ponies de Yakutia, alces, renos, wapiti, caribus. Y claro como no también pretende introducir algunos animales más polémicos como el casi extinto tigre siberiano, el leopardo de las nieves, el camello bactriano, el yak, león asiático, antílope saiga, ¡ah, sí! y ha ofrecido la finca para albergar el mammuth si los intentos de clonación tuvieran éxito.El gobierno de Yakutia se ha comprometido a ampliar estos terrenos si la experiencia tiene éxito.

No sé en que acabaran todas estas aventuras, si en gran fiasco, meros parques de atracciones, o vete a saber, quizás sea el nuevo paradigma de conservación. Lo que si es verdad es que nos están haciendo cambiar nuestra visión ¿Cual es la referencia adecuada para reconstruir una naturaleza virgen?, ¿Qué creíamos?, ¿Que no debían existir animales peligrosos en la vieja Europa?, ¿Que la diversidad de grandes mamíferos era exclusiva de Africa?, ¿Que su ausencia no es un grave impacto en los ecosistemas? Las cosas no son como creíamos que eran, ciertamente no... eso mola.

3 comentarios:

  1. Un buen trabajo de recopilación. Mucho mejor que algunos artículos en revistas serias. Estoy ansioso de leer el siguiente.

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  2. Interesante aunque hoy por hoy un tanto utópico.

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  3. No tengo cuenta en ninguna de las opciones que me da el cajetín, o no sé utilizarla, así que firmaré como Luigi: Un trabajo magnífico. Estoy deseando ver una reserva como esa en España cuanto antes. Me revienta tener que usar la palabra "reserva". Todos los ecosistemas deben tener conectividad y si no no dejaremos nunca de hablar de "parques zoológicos grandes", y en España la tenemos (o teníamos)a través de las montañas, los ríos, las veredas de la trashumancia y la costa. Deberíamos trabajar para conseguir una red paneuropea (o al menos, panibérica) cuanto antes. No puede haber un gran Serengueti español serio mientras no haya rutas de migración entre pastos estacionales.
    Felicidades por el post

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