Tengo la mala costumbre de aprovechar los fines de semana para hacer alguna que otra escapadita al monte, pero este invierno me ha resultado prácticamente imposible. Casi con precisión matemática todos los fines de semana ha llegado el temporal de turno y me ha jorobado el plan. De hecho este mismo puente, probé por fin a escaparme a Almería, se supone el lugar más árido de España... y aquí estoy encerrado en un bar viéndola caer, la lluvia. Lo que para desgracia vuestra ha desembocado en un nuevo post que digerir.
Creo que el tema de este invierno lluvioso ha empezado a salirse de madre, no por el tiempo, pobrecito él, sino por la demagogia climática. En una reciente entrevista de Iñaki Gabilondo al presidente de la Junta Andaluza, José Antonio Griñán achacó al cambio climático las inundaciones que está sufriendo su comunidad. Lo que viene a ser la versión nacional del famoso "affaire" de Rajendra Pachauri , el nobelado presidente del IPCC, cuando le pillaron en falsete afirmando que los glaciares del Himalaya desaparecerían en 20 años. La cosa está llegando a extremos y pareciera que no hay desgracia que no sea motivada por el cambio climático, terremoto de Chile incluido. Y claro digo yo "al César lo que es del César" y al clima lo que es del clima.
Que este invierno está siendo especialmente lluvioso salta a la vista. Para muestra un botón, la Cuenca del Segura, la de la sequía estructural, se halla a un 64% de su capacidad y subiendo. Lo que es mucho para un sistema de embalses sobredimensionado para hacer frente a las "ríadas" (ahí está el truco). Con 660 hm3 embalsados hasta el momento, se halla casi al doble que hace un año, Y eso considerando que 2009 fue un año bastante más húmedo que los diez anteriores.
No se trata de un fenómeno meramente local, sino que este invierno todo el área mediterránea se ha visto favorecida por unas generosas precipitaciones de media un 200% superiores, tal y como se aprecia en los recién publicados mapas de precipitación de la NOAA que les presento a continuación.
Como observarán, si bien el aumento de precipitación ha sido general en toda Europa, se ha producido de forma más acusada en el área mediterránea. Por contra el descenso térmico ha sido proporcionalmente mayor en el norte, mientras que en el sur ha sido más leve. La razón no es nada extraña, ni cambio climático, ni magia negra, ni ná de ná. Es algo de lo más normal y predecible. Se debe a la "Oscilación del Atlántico Norte" (léase con voz trémula y grave). Encontrarán una buena explicación en la magnífica página Historia del Clima de la Tierra. Para los que no tienen tiempo de grandes lecturas se lo resumo yo, que además hasta ahora no estoy vetado.
Como muchos saben el hecho de que en buena parte de Europa no padezcamos los rigores invernales de ciudades a igual latitud como Delaware, Carolina o incluso Washington (este último casi a igual latitud que Murcia), se debe a la corriente cálida del Golfo. Esta corriente marina formada en aguas del Caribe atraviesa el Atlántico y alcanza Europa a nivel de las costas inglesas aportando todo el calor que una corriente de agua cálida de 100 metros de profundidad y hasta 1000 km de anchura puede aportar. De esta manera británicos y vecinos no se nos congelan del todo en invierno y todavía tienen fuerzas para echar una escapadita a España y su circuito invernal de golf. La intensidad con que la corriente afecta al interior del continente euroasiático se debe a los vientos del Oeste (westerflies) que absorven el calor de la masa de agua y lo transportan al interior. Vientos fuertes suponen inviernos menos severos y más húmedos. Pues bien la potencia de esos vientos, sobre todo de Diciembre a Marzo, es consecuencia del gradiente de presión entre el Anticiclón de las Azores y la baja presión de Islandia. Dicho gradiente se conoce índice NAO (North Atlantic Oscillation), y se establece como referencia las medidas de presión entre Ponta Delgada en las Azores y Stykkisholmur en Islandia. Una gran diferencia en la presión en las dos estaciones (NAO+) potenciará los vientos del Oeste que harán su entrada más al norte y, consecuentemente, veranos frescos e inviernos medios y húmedos en Europa Central y en su fachada atlántica. En contraste, si el índice es bajo (NAO-), la entrada de vientos acontece más al sur quedando invadido el Norte de Europa por la Baja Islandesa y sus fríos inviernos polares, mientras el Sur recibe la influencia de los vientos recalentados en la Corriente del Golfo de tal modo que se incrementa la actividad tormentosa y las lluvias.
Si se han fijado en los mapas del tiempo de los telediarios y en sus imágenes del Meteosat, este año todas la tormentas vienen más del sur, no entran por Galicia como otros años, clara señal de que estamos en un NAO-. El índice NAO cambia de año en año en una especie de versión Atlántica del fenómeno del Niño. Todavía no se conoce exactamente cómo se produce esta oscilación, algunos investigadores creen que existen ciclos de fluctuación a la escala de décadas pero está todavía por determinarse claramente su mecanismo.
Pues bien, ese es el secreto de las grandes lluvias de este año, no hacen falta grandes modelos informáticos, ni ser un experto climatólogo. Aunque para liar la cosa (no podría dejar yo las cosas claras...) parece ser que un NAO- implica un verano cálido, ¿será éste el origen de las cabañuelas.... ? ;-)
¡Espectacular información!
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