¿Quién no se ha quejado alguna vez del lamentable diseño de nuestras carreteras? Esa onda de semáforos en verde que no sincroniza, la redonda con demasiadas salidas y pocos carriles, una dirección prohibida donde no debía , o toda una autovía que está mal trazada. Y es que en un día con prisas, cabreado por llegar tarde a casa, lloviendo y con el depósito casi vacío, es muy fácil descargar el exceso de adrenalina y testosterona sobre nuestros adyectos ingenieros. Por no hablar de las vías férreas, redes eléctricas, telefonía, tráfico aéreo, control de equipajes, y en general cualquier red de transporte compleja.
Sin embargo he de romper una lanza en su favor, el diseño óptimo de una red neural, que es así como se llaman genéricamente estas vías de comunicación interconectadas, es de los más complejos que existen. No se trata simplemente de encontrar la vía más corta, ni la más económica, otros factores como la tolerancia de la red a pérdidas de alguna de sus vías (resilencia), mínimas bifurcaciones, seguridad,etc complican sobremanera su diseño. Se han formulado innumerables algoritmos, escrito tesis enteras y publicados más libros, para la solución de este tipo de problemas. A menudo se requiere integrar en los denominados sistemas de Información Geográfica, los mapas temáticos relativos a usos del suelo, relieve, vegetación, geología, etc. Por lo general el autor del algoritmo en cuestión siempre se asegura que el número de estos mapas sea tan elevado, que en la práctica sea imposible reunir toda la información necesaria y usemos simplificaciones de su fórmula que eviten una inoportuna reclamación ante la falta de resultados prácticos.
Sin embargo he aquí que en el número de febrero de Science, unos japoneses de la Universidad de Hokkaido, publican una nueva forma de solucionar el problema, y que básicamente consiste en dejarlo en manos de un hongo. Y no, no crean que me estoy refiriendo a alcanzar estados de conciencia “más elevados” mediante su ingesta, sino literalmente en presentarle una maqueta al hongo y dejar que solucione él solito el problema del diseño. No me pregunten cómo se les ocurrió tamaño disparate pero el caso es que funciona, es bastante más eficaz que todo lo ideado hasta ahora. Physarum polycephalum que así es como se llama el bicho, es un hongo mixomiceto unicelular que se desplaza de forma ameboide en busca de bacterias, protozoos y otros hongos de los que se alimenta. Como lo oyen, repito: hongo-unicelular-ameboide, el bicho en cuestión no tiene una sola neurona!!!!
Parece ser que Physarum es un viejo conocido de los laboratorios por su capacidad de resolver laberintos en busca de comida , vamos que sí, que en lugar de soltar a una rata, sueltan al hongo creánme les adjunto un enlace del YouTube. Así que unos investigadores pensaron que un organismo que de forma natural crece como red interconectada durante sus “rastreos” de comida, y tras millones de años de evolución intentando adaptarse a un entorno hostil , debería haber dado con el balance adecuado entre coste, eficiencia y resilencia. Para poner esta idea en práctica realizaron una maqueta a escala del área metropolitana de Tokio, en las que los núcleos urbanos fueron sustituidos por fuentes de alimento en una cantidad proporcional al tamaño de la población. Para simular el efecto del relieve la maqueta tenía una escala de grises que simulaba la altitud (el hongo huye de la luz). Sobre esta maqueta dejaron desarrollarse a Physarum, el organismo inicialmente crece como una masa informe ocupando todo el espacio pero poco a poco restringe su extensión a una red de filamentos que une los principales focos de alimento. Cuando esta red de filamentos estuvo plenamente desarrollada, la compararon con la actual red de transporte ferroviario de Tokio, y ¡Oh, sorpresa! era muy similar a la real. Más aún cuando la analizaron resultó ser un incluso un diseño más eficaz.
Por si alguno de ustedes teme por su trabajo, les diré que afortunadamente los investigadores han desarrollado el algoritmo que imita el comportamiento del hongo y lo han programado. Es decir no es necesario que vendan su supercomputadora y adquieran un kit básico de cultivo de champiñones, de esos que ofertan en los anuncios. Pero ¡¡a que duele!!
NOTA: siempre he creído que si alguna vez descubrimos que existe vida extraterrestre en nuestro propio planeta, esta seria alguna forma de algún hongo mal clasificado. Ahora empiezo a tener miedo ¡Estos bichos piensan!
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